TRÍPTICO DEL HUMANO TRANSITAR.

Julio Alfredo Egea

Editado por Instituto de Estudios Almerienses. Almería, 2004

Humanismo en la base

 

Al comprender esta publicación, en edición facsímil, tres libros ("La calle", "Desventurada vida y muerte de María Sánchez", "Bloque Quinto"), de los cuales ya hay muestra en poemas dentro de la sección de esta Web, sólo se incluye el prólogo.

 

    HUMANISMO EN LA BASE                                   

                                                                   Por Antonio Garrido

   Todos conocemos la definición técnica del Humanismo como movimiento del pensamiento en un momento preciso de la historia y también sus aplicaciones a las diversas disciplinas del saber. También recordamos esa simplificación de los profesores cuando nos hablaban de un giro antropocéntrico en un mundo teocéntrico hasta entonces. Yo no me refiero a estos significados codificados en la corriente entrada del diccionario. Este humanismo que reivindico como base teórica de la poesía de Julio Alfredo Egea es, dicho sencillamente, el conocimiento del hombre sin el filtrado de las letras humanas. No, no se trata de un enigma al estilo de los fray Hortensio Paravicino. No niego las letras humanas como elemento importante de esta poesía pero no arranca de ellas. Un ser humano en el paisaje del vivir con otros es el humanismo al que doy nuevo significado.La crítica intenta ordenar, clasificar, disecar incluso, algo tan fluido como es la obra literaria. Es evidente que en muchos casos es fácil hacerlo. Pero otras veces la crítica queda aprisionada por su propia flexión en un momento preciso y aplica conceptos y criterios valorativos inadecuados. La crítica tiene sus modas y sus pasarelas Cibeles. En este sentido la crítica de los últimos años se debate entre los poetas de la experiencia, de la postmodernidad, de la reivindicada imaginación, de la permutación, de los dependientes e independientes. Son categorías más o menos afortunadas que olvidan, en muchos casos, la obra en su primera realidad.

Hoy se denosta la llamada poesía social como una manera de escribir que supeditaba el texto al mensaje, como forma de encubrir incapacidades. Sin embargo, se trata de un planteamiento incompleto. La poesía social se debe entender en dos parámetros: el primero que ya he expuesto, con el que estoy de acuerdo, y otro que se suele olvidar. Este parámetro es el de poesía social como actitud ante la vida, como forma generosa de hacer frente a todas las manifestaciones de este absurdo en que nos movemos. Ya sé que trasciendo el parámetro formal pero lo juzgo imprescindible para acercarme a esta poesía de rigurosa coherencia en cada entrega, que no se encierra en las torres del culturalismo para otear matices de matices en la escritura. Poesía que sale a la calle y mira al cielo y se deja prender por sentimientos encontrados. En este sentido insisto al hablar de humanismo. En la base de la extensa obra de Egea está el hombre en toda su complejidad y su sencillo desvalimiento. Creo que la retina del almeriense permanece con algo tan difícil como es la capacidad de asombro ante un árbol, ante un tono de cielo, ante el olor del barro originario, el sonido del mundo en suma. Humanismo en la base de un acto de creación que tiene algo de milagro porque se encuentra en el vértice de lo espiritual y lo material, según propia manifestación del autor

La rambla de la vida le ha depositado cantos depurados por el irrenunciable principio del sentimiento como vivir en otros. La rambla de la vida le ha donado la fe en un orden que se ve roto con harta frecuencia y del que el poeta es testigo. Ése es su suplicio tantálico. La roca sube y vuelve a caer, y él es testigo y es actor del rito de escribir como memoria del siempre en el ahora, como realidad del instante virtual del sueño o de la paradoja. Humanismo y lirismo en la expresión del yo más profundo por verdadero. Creo que ahí están las claves.

 

 

 

 

 

 

 

 

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