Poema escrito en 1962, publicado en la revista "Poesía Española",
bajo el título "Alcalde" e incluido con el actual título en el libro
"Repítenos la aurora sincansarte" que publicó la Editorial Rialt,
en la colecc. "Adonáis", Madrid 1971
NOTICIA DE MI MIDA
Se perdió en los desvanes una vara de mando
que empuñaron caciques, se perdieron más cosas:
la llave de la cárcel, los listines del miedo,
las sospechas remotas y también los discursos.
Temblaron en mis venas mil hombres sudorosos,
y di un bando diciendo: Enterrar los candiles,
sujetad entre todos la humildad de mi brazo.
Lo primero, es urgente, arreglemos las plazas
y que jueguen felices a la rueda los niños;
hagamos lavaderos, sujetemos el agua,
alcemos su nivel a un canto de muchachas.
Sé que hay hombres que nunca pensaran que mis brazos
son puntales urgentes en violenta renuncia,
humildes, sujetando las esquinas del pueblo.
Ellos son esos triste mecánicos del mundo
Que muellemente ocupan sus butacas prestadas,
fabricando consignas, traduciendo rencores...
Me pondrán etiquetas, se reirán de mi nombre,
pero nada me importa, mis vecinos me importan,
les dirijo saludas y los censo en el alma,
certifico en cada hora su limpieza de trigo.
Sabe Juan el bracero que lo nombro en mis versos
y mi brazo está en hombres que han tornado de Francia.
Yo también salgo a veces a cambiar por monedas
Mi gritar, mientras dejo esta sangre sembrada.
¿No os importa que cambie mi color de camisa
cuando un hombre de buena fe promulgue otra cosa?
Siempre el tiempo termina con colores y signos,
lo perenne es España.
No penséis mi bandera sin espigas creedme.
Soy el niño que estaba creciendo entre los surcos,
mi estatura soporta bofetadas de tierra,
pienso que hay mil motivos para tocar la rosa
y Dios no está azul nunca y sangra cada día.
Dejadme que maneje este ritmo, dejadme:
Sabré seguir la ruta del tractor en los llanos.
sabré morir de pronto, convocar en la plaza
todo el sudor, ponerme a nivel con vosotros
mis vecinos sedientos, entre el vino y el salmo.
Me duele toda música de mis labios, me duele
el retórico pan que no sale del trigo.
En mi casa os espero, dame un beso o matadme.
Avanzad con arados, con martillos, prometo
Ser besana y metal con oficio de entrega;
Sois amigos de siempre, desde un tiempo de alondras.
Yo levanto mi mano temblorosa de versos
y no mando ni ordeno, quiero sólo en hogares
resolverme hecho brasa, hecho leña de encina.
Soy alcalde de un pueblo con el nombre de pájaro
y me duele la sangre que ha pasado a la Historia.
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Julio Alfredo Egea