LEGADOS ESENCIALES.

Julio Alfredo Egea

Colección "Granada Literaria". Excmo. Ayuntamiento de Granada, 2005

Palabra Heredada

Huerta de San Vicente

Jondo

Negro espiritual

Gioconda

Gritos en Guernica    

El gesto y la palabra

 

PALABRA HEREDADA

                " Echado está por tierra el fundamento

                que mi vivir cansado sostenía."

                               Gracilaso de la Vega

 

Muertas las ninfas, rotas las espadas,

quedó tu voz venciendo todo olvido,

ritmo y calor de aquel sentir herido,

tu elegancia de nardo en alboradas.

 

Una coral de voces heredadas

traspasa siglos, pulso en el latido

que si cesó fue respirar dormido

para iniciar futuras galopadas.

 

Acepto tu dorada disciplina.

Mi torpe voz en tu decir se afina,

el alma crece en capitel sonoro.

 

En el siglo 2000 gozar prefiero

calzarte las espuelas, caballero,

al verso en oleadas, incoloro.

 

 

HUERTA DE SAN VICENTE

Homenaje a F.G.L

Disponed el piano.

Borrad puñales a la Dolorosa

al limpiarle la alcoba.

No dejéis

el alcanfor metido entre las sábanas.

Bullid el almohadón y que retorne

su perfil ya perdido.

Nuevamente

poned membrillos en el arca.

Pronto,

abrid ventanas hasta la parcela

en donde queda un hombre sudoroso.

Han sitiado los trigos...

No, no importa.

Se interrumpirá el tráfico si canta

en el retorno, con las cicatrices

a flor de piel. No importa...

Qué esté todo dispuesto, preparadas

las sillas de amistad, y los claveles

en el jarrón, y todos los retratos

limpios para el recuerdo, en la amarilla

luz de la ausencia.

No dudéis, podría

volver envuelto en sol, dándole el brazo

a un arcángel amigo.

Avenidas

grises, en la sorpresa,

tendrían intimidad de calle antigua

con baladilla de geranios.

Pronto,

puede estar cerca su regreso, puede

liberar de raíces su alegría.

Dejad la puerta abierta, que no tenga

que esperar.

Se le ovilla

todo el llanto al ciprés, y los maíces

han sonreído.      

Resistió el chamariz en la palmera

y fue vencido un cerco de hormigones.

En el Parque abrirán todas las rosas

atentas al suspiro de las fuentes.

 

Vestido de sonrisas, Federico

vendrá de aquel paisaje de disparos.

 

JONDO

Cobre y llanto.

Tremendo

aljibe de guitarra

en donde se libera

la lágrima sonora.

Riberas de la sangre,

caballos por el sueño,

desvalida costumbre

de suspiro.

Las lumbres

de la estirpe crepitan

en la batalla inútil

de la danza

Milenios

de manos extendidas

en umbrales de queja,

cuando quebraron voces

dureza de campana

y la hoguera del monte

no congregó la sangre      

con su urgente consigna.

Sonoro el llanto, siempre

desgarrada armonía

en las horas rapaces

del desamor, en hora

de aceptar las navajas.

Se ha clavado en la tierra

la dignidad del grito.

Ni una sola moneda

para este llanto antiguo.

 

NEGRO ESPIRITUAL

 

Crucificado el grito se enracima

buscando claraboyas entornadas

cual un pájaro ciego que no llega a creer

desarmada la jaula.

El negro spiritual..., el corazón nos salta,

no perfora las cúpulas

porque acude en salmodia,

se frena con la lágrima compartida,

musita

súplicas, alabanzas...,

desde la misma flecha del dolor se reparte,

lanza rosas al fuego...

Nos visita un rumor de voces rotas

que quizá ha llegado

desde una nube desgarrada

en el Empire state Bulding.

Puede

el gospel song alzarnos sobre lechos ocultos

por esta iglesia pobre

que será dormitorio de mendigos

cuando todos se vayan.

Pero ahora las notas del Calvary

nos elevan,

y Jesús está aquí,

tiene la piel oscura de balsero del Hudson,

de limpiabotas triste que agoniza

en una esquina del Rockefeller Center.

Lo sentimos muy dentro,

donde llega el gemido

de músicas de jazz que nos muerden y besan;

llorando con vosotros, hermanos en la noche

en que el alma llamea

y el contacto eucarístico es pleno,

cuando afuera

los rascacielos danzan en demencial lujuria.

 

GIOCONDA

 Quizá un arpa oculta

suelta a su alrededor las suaves notas

-canoras avecillas sin presagio-

para espantar cualquier melancolía.

La mano de Leonardo signa al aire,

su pulso en el hallazgo

de sombraluz perfecto.

Cruza las manos Mona Lisa y queda

a su espalda el paisaje

disuelto en sus contornos.

Se transforma en paisaje ese sosiego

de iniciar la sonrisa.

 

Necesitaba el mundo

un sonreír nacido en el misterio,

sin traducción posible.      

 

GRITOS EN GUERNICA

 

El grito ya iba orlando los bocetos, la trágica aleluya... ,

embarraba de rojo los sueños, las esperas...,

afilaba las lenguas hasta darles perfil heridor

de puñal impotente.

 

Pablo Ruiz Picasso, de Málaga, lidiador único,

seguido de su multitudinaria cuadrilla de hierros oxidados,

con terno gris y negro, se enfrentó con el muro

sin burladeros, pudo

cortar la oreja de los ogros.

Iba tomando el mundo posiciones de coso

sin músicas alegres, sin juegos de la muerte.

Sólo un cuerno afilado en el perfil del grito,

tan cercano y distante en el tremendo ensayo

de ensartador del mundo.

El grito de las madres no apuntala derrumbes,

desmaya en actitudes de reptil

que agonizó en el tul sutil de la ternura.

No apagará el quinqué al vaho amargo

que ha vendado los gritos,

crece su luz humilde en la tendida torre de señales del brazo,

logrará ser sol nuevo.

(Hay una rosa azul deshojada a lo lejos

por la mano de un muerto.)

Detrás del toro muere el minotauro último

y se incorpora el toro a la coral de gritos

con un mugido-grito junto al relincho-grito.

Portal de Navidad con las bestias heridas,

con ese niño herido que derrama su muerte en un regazo,

llenando todo el siglo que enterramos ayer...

¿Quién puede no escuchar a este volcán de gritos?

 

EL GESTO Y LA PALABRA 

 

Cual un guiño de anuncio luminoso

el nombre, “Casablanca”,

al sur de las hogueras;

un faro en las huidas,

refugio, plataforma

para escapar en sueños

a otros mundos.

 

Mercadería, zoco,

bullicio de bazar disimulando

al complicado vientre del night club.

La atmósfera se adensa

..con vahos anhelantes...

Bergman-Ilsa, Bogar-Rick

jugando su ajedrez, la melodía

recuperada y rota

por la quebrada guerra de los himnos

en tanto pendolea

el reloj de la muerte y la ruleta

desgrana al tiempo en el misterio.

Naufragio de los ojos bajo el ala

del sombrero, sufriendo

una mansa agonía

por sudarios de niebla.

Monumento a la fuga

intentan levantar los aeropuertos

entre respiraciones de la prisa.

Hablan un viejo idioma los sombreros

desplegando distancias sin retorno,

pequeños féretros de melancolía.

 

Y volver al night club..., cerrar las puertas,

detener a la niebla

en soledad de alcohol y de tabaco.

- ¡Tócala, Sam!

Y seguirá en los siglos

esa alta melodía de la renuncia.       

 

 

 

 

 

 

Página Oficial del Poeta

Julio Alfredo Egea

www.julioalfredoegea.com