DESVENTURADA VIDA Y MUERTE DE MARÍA SÁNCHEZ. Julio Alfredo Egea Colección "Ángaro". Sevilla, 1973 |
¿Acaso, niña ya te acorralaban,
María Sánchez?
Tú también tenías
fallos de luz inciertos y terribles.
No hay un ojo de Dios nocturno y fiero...
No podré tirar piedras a tu vida,
ni quiero, María Sánchez.
No podría
olvidar un rumor de nana rota,
de niña con fracaso de las trenzas
mancilladas al borde de los henos.
No traigo la moneda preparada...
No hay mordazas de alcohol.
Mira un momento,
soy un hombre que canta cuando llora
y que sueña un combate interminable,
ser puñal y vendaje para el mundo.
Espera, María Sánchez, abandona
el baile, los mercados, la subasta.
Voy a morir un poco en cada esquina
mientras quemo mis labios con tu nombre.
Sólo mujer cumplida en la tristeza.
La peluca, el visón, el maquillaje...,
precisa minimuerte cada día.
Una nueva mujer en los espejos
necesitas forjarte para el sueño.
"¿Quién soy en este instante? ¿Me conoces?
He podido enterrar la mujer vieja
vendida ayer en pública subasta?"
En la careta das la pincelada
desesperadamente, cada hora.
Un gozo primitivo a veces sientes
cuando cambias la piel de tu garganta.
Descubriendo o cubriéndote las piernas
intentas corregirte la estatura.
Has elegido rubios agresivos,
dudosa entre señuelo o bofetada.
El cerco de los hombres se agiganta
y detrás de tus pasos no vacila
persiguiéndote el último perfume.
El ángel de tu alcoba te conoce
por la manera de llorar riendo.
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Julio Alfredo Egea