CARTAS Y NOTICIAS.

Julio Alfredo Egea

Publicado por el Cabildo Insular Canario. Las Palmas, 1973

Noticia de la sed

 

NOTICIA DE LA SED

 

No me digáis ya más..., la sed no puede

acabar, los brocales

están erosionados por la súplica.

Dios escondido atiende

quizá sus infinitos regadíos

y después nos contempla

construyendo un aljibe presuroso.

No me digáis ya más..., ya sé bastante,

gritaré vuestra sed, mi manadero,

mi manera de amor está dispuesta.

 

Mis vecinos de rambla,

mis iguales en resaca y plegaria,

mis amigos de lumbre,

vamos siempre soñando

pequeñas libertades sin cosecha.

La fuerza de la tierra,

este tirón de lija

nos vuelve a derribar y secos frutos

mendiga nuestra sombra y retornamos

con las manos alzadas, en espera

de que el sol reconozca cicatrices.

Seguiremos soñando

alcanzar gañanías infinitas.

Seguimos ejerciendo

una labor de cántaros y cauces,

apartando la carne del esparto,

inventando caricias

de paraíso remoto.

 

Ni la noche amordaza la jauría:

miedo, negrura y zarza.

También existe cada primavera

fracaso de semillas,

erupción de escopetas

apuntando hacia el vuelo inaugurado.

Los niños no creían

que pudiera escapar el globo rojo

y seguían con el hilo

cortado y la esperanza.

Alguien ha descubierto

los altos pedregales de la luna.

Una  agonía unifica

la sangre y el espíritu.

Un salario de exilios para el mundo

pagan hombres de técnica,

y pobres sabios ciegos investigan

los posibles pilares de la muerte.

Los hombres de mi pueblo

comercian con estiércol.

No podemos dejar la ciudadela.

Ni un posible exterminio nos borrará, ni el aire

podrá aventar angustias y cansancios

más allá de las torres, donde existe

la paz y la verdad ya nada importa.

Cerraremos las puertas,

buscaremos fanales,

cortaremos caminos,

pero siempre veremos

esa espalda de Dios mientras se aleja.

 

¿Qué sitial nos aguarda?

¿Qué agua nos quitará la sed? ¿Qué mano

cobijará el rasguño?

Inventamos la espera,

bebemos un licor, quemamos sándalo

e intentamos dormir.

Un ala negra

abanica la frente, nos convoca

a un sendero sin meta y a la inútil

realidad de cenizas posteriores.

Nos limpiamos el polvo,

disimulamos la última pirueta,

buscamos las riberas

de un imposible río,

nuestra estatura crece en el desastre.

En el insomnio hay alas, fabulosos

océanos sin posibles soledades.

Volvemos a marchar con la herramienta

y la canción apenas levantada.

Retornará en silencio

el tremendo dolor de la esperanza.

 

Sólo un acto de amor puede salvarnos

pero el plazo no es cierto.

Debemos esperar junto al camino

con el alma dispuesta,

derramada, extendida

sobre seres y cosas.

Revisar nuestras cartas, dar noticia

del cotidiano resplandor, juntarnos

a convivir la sed.

 

Pueden de pronto

quedar parados todos los relojes

y brotar surtidores de la piedra.

Puede sernos inútil

el camino y el pan, puede bastarnos

con un pórtico leve de caricias,

con mirar a los ojos de los niños.

Quién sabe si el dolor traerá la aurora

y sea acaso el lamento

inconfundible anuncio de aleluyas,

y el corazón madure lentamente

como una dulce fruta picoteada.

 

Sigue la sed y el grito

pero también la nana que pronuncian

esas madres del mundo,

en lenguajes distintos y capaces.

Nuevos hombres de sed. Sigue la vida.

 

 

 

 

 

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Julio Alfredo Egea

www.julioalfredoegea.com