ANCLA ENAMORADA. Julio Alfredo Egea Edición de autor. Granada. 1956 |
Todos estáis citados en mi casa,
en el número 4 de esta calle.
Vamos a hablar de rosas y de sangre.
Os pediré a la entrada
pasaporte de aroma y de latido.
Traeros el corazón, es necesario.
Nos sentaremos junto a la ventana:
una calle de tierra estremecida
y los hombres que pasan.
Pasa un hombre.
Su borrico cargado
con un estiércol íntimo y humeante;
moneda cereal, vigente, al cambio.
El hombre va cantando
sin pensar que es moneda de cipreses.
La tierra es una bolsa de usurero
que la mano de Dios llena de rosas
Cuando atardece pasan las beatas.
Sus labios fracasados
como fruta madura picoteada de pájaros.
También pasan mujeres retorcidas
de dar pan y dar vida al mismo tiempo,
pero retoza un dios en sus pupilas
porque incubaron hijos.
Pasa un hombre enlutado,
sin latido de sangre enamorada;
como una higuera seca
maldiciente de sal, también de lija.
Y también pasa Dios
resudado de juncia y de romero,
sudado por los hombres en Agosto.
Y pasan, pasan, pasan...
Luego vendrán las niñas
y jugarán al corro y la rayuela.
Se llenará la tarde de sus trenzas.
Todos estáis citados en mi casa.
(Yo no le pondré al huerto vidrios rotos
para dejar robarme de los niños).
Encontraréis mi mano jardinera.
Encontraréis a Dios en todas partes.
Kilómetros de ti..., te ando y te llego.
Vocerío de la sangre sobre ruedas,
y el temor infantil de que no cedas
a este pez buceador, nadando en fuego.
Cedes, cedes, te das al bello juego
amorosa y tenaz sobre las sedas,
y me sales triunfar a las veredas
de este rocío de amor con que te riego.
¡El grito del jazmín qué enamorado
cuando se ruboriza en amapola
calladamente, dándose de lleno!
¡Qué cosquillas de Dios en mi costado!
Rumor de abeja hasta mi sien, en ola,
limpiándome de brozas y de cieno.
Página Oficial del Poeta
Julio Alfredo Egea